Ser profesor de Judo no es simplemente saber muchas técnicas, ni acumular grados o títulos. Convertirse en maestro es una evolución natural del camino del judoka, un paso que se da no cuando uno deja de aprender, sino cuando comprende que su aprendizaje cobra sentido al compartirlo con otros.

Enseñar Judo es mucho más que explicar un O-soto-gari o corregir una postura. Es acompañar a otros en su desarrollo técnico, físico y mental. Es inspirar, guiar y, sobre todo, seguir aprendiendo a través de la enseñanza.

Hay quienes creen que enseñar Judo comienza cuando uno obtiene cierto cinturón o diploma. Pero en realidad, comienza mucho antes, cuando aparece el deseo genuino de transmitir lo que uno ama. Y ese deseo no entiende de grados, solo de compromiso.

Antes de enseñar: dominar el arte de aprender

Nadie puede enseñar bien si antes no ha aprendido a aprender.
Un buen profesor de Judo no es aquel que lo sabe todo, sino aquel que mantiene la mentalidad del alumno —el Shoshin japonés, “la mente del principiante”— aunque pasen los años.

Ser maestro implica seguir practicando, haciendo preguntas, corrigiendo detalles y aceptando que siempre hay algo nuevo por descubrir. La humildad, la curiosidad y la observación son las verdaderas herramientas del maestro.

Enseñar Judo no significa haber llegado al final del camino, sino comenzar a recorrerlo desde el otro lado.

Requisitos básicos para ser profesor de Judo (según el país y la federación)

Aquí es donde muchos se confunden: no existe una sola forma oficial de convertirse en profesor de Judo. Los requisitos dependen del país, de la federación a la que estés afiliado y del sistema de grados o licencias que se maneje.

Aquí te dejo los enlaces directos de las principales federaciones, con sus requisitos:

Cada país tiene su propia normativa, exámenes y procesos de certificación. Por eso, si tu objetivo es enseñar Judo oficialmente, lo mejor es contactar con la federación reconocida de tu país y consultar qué formación o licencias se requieren.

Ahora bien, más allá de lo burocrático, hay un punto en común: todos los sistemas buscan garantizar que quien enseña tenga experiencia, conocimiento técnico y formación pedagógica.

Las competencias de un buen maestro de Judo

Ser profesor no es solo saber hacer, sino saber transmitir. Para mí, un buen maestro de Judo combina varias competencias que van más allá de lo técnico:

  • Conocimiento técnico: dominio de las técnicas del Gokyo, proyecciones, inmovilizaciones, transiciones, fundamentos del Judo, etc.
  • Comunicación clara: saber explicar de forma simple lo que es complejo.
  • Empatía: entender las necesidades y ritmos de cada alumno.
  • Equilibrio emocional: mantener la calma y la paciencia en cada situación.
  • Ejemplo personal: enseñar con el cuerpo y con la actitud.
  • Pedagogía: saber cómo aprenden los niños, adolescentes o adultos, y adaptar el método a cada grupo.

Un gran maestro no busca alumnos perfectos, sino alumnos que amen entrenar y mejorar cada día.

Cómo prepararte para enseñar Judo

No se trata de pasar de un día para otro de alumno a profesor. El camino hacia la enseñanza se construye poco a poco, y puedes comenzar desde ya:

  1. Ayuda a tu sensei: ofrece tu apoyo en clases infantiles o de principiantes. Observa cómo enseña, cómo corrige, cómo motiva.
  2. Aprende a mirar: ver los errores en otros te hará mejorar tu propia técnica.
  3. Fórmate en pedagogía: busca cursos, seminarios o materiales sobre enseñanza del Judo (muchas federaciones los ofrecen).
  4. Prepara clases de prueba: crea pequeños bloques temáticos, por ejemplo “caídas básicas” o “trabajo de equilibrio”.
  5. Escucha a tus alumnos: enseñar no es solo hablar; también es observar sus progresos y dificultades.

El Judo se enseña haciendo, pero sobre todo, escuchando y observando.

El equilibrio entre enseñar y seguir aprendiendo

Muchos judokas, al empezar a enseñar, dejan de entrenar con la misma intensidad. Sin embargo, enseñar no debe reemplazar tu práctica personal, sino complementarla.

Busca mantener tu propio espacio como practicante:

  • Entrena con otros maestros.
  • Únete en los randoris en las clases de lo más adultos (o competidores).
  • Participa en seminarios o concentraciones.
  • Sigue estudiando Kata, Randori y teoría.
  • No pierdas el contacto con el tatami como alumno.

El mejor maestro es aquel que sigue sintiendo la necesidad de mejorar. Enseñar no es una meta final, sino una extensión del propio camino del Budo.

La responsabilidad del Sensei

En japonés, Sensei (先生) significa literalmente “el que nació antes”, no “el que manda”. Ser sensei no es una posición de autoridad, sino una responsabilidad moral y educativa.

Tu comportamiento, tu lenguaje, tu puntualidad, tu respeto… todo comunica. Tus alumnos aprenderán tanto de tus valores como de tus técnicas.

El maestro de Judo no solo enseña a caer y proyectar: enseña a levantarse y seguir adelante, dentro y fuera del tatami. Y esa es, probablemente, la enseñanza más importante de todas.


Convertirse en profesor de Judo no es el final de una etapa, sino el inicio de otra. Es el momento en el que el conocimiento deja de ser solo tuyo y pasa a formar parte de la vida de otros.

El verdadero maestro no enseña para ser admirado, sino para que sus alumnos lleguen aún más lejos.

Así que, si sientes ese impulso de enseñar, no esperes a “saberlo todo”. Empieza por compartir lo que ya sabes con humildad, aprende de tus errores, y sigue caminando.

Porque enseñar Judo, al final, es otra forma de seguir practicando Judo.

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